Parte II
Los Cinco Soles
Leyenda Mexica
Ometecuhtli Señor de la Dualidad y Omecihuatl Señora de la Dualidad, la pareja de la dualidad Ometeotl, vivían en el Mundo de la Oscuridad, donde no había luz, estrellas o flores. Acostumbraban pasear en la oscuridad donde sólo de vez en cuando, el brillo de los ojos de algun monstruo podía verse.
Un día, Omecihuatl tocó uno de estos monstruos y al momento se convirtió en un punto brillante y perfecto de luz. Maravillados, empezaron a tocar a todos los monstruos que podían encontrar, hasta que el firmamento estuvo repleto de estrellas. Entonces, desearon crear al mundo para no estar solos.
Ometecuhtli y Omecihuatl regresaron a casa y crearon a sus cuatro hijos:
Quetzalcoatl la Serpiente Emplumada o Tezcatlipoca Blanco
Xipe Totec Nuestro Señor el Desollado
Huitzilopochtli Colibrí Zurdo o Tezcatlipoca Azul
Tezcatlipoca Espejo Negro que Humea o Tezcatlipoca Negro
Los cuatro hermanos se reunieron y acordaron crear una obra que los venerase y dignificase como dioses. Huitzilopochtli, con su gran poder, hizo una hoguera alrededor de la cual se sentaron para hacer su obra. Quetzalcoatl y Tezcatlipoca seleccionaron un monstruo cubierto de ojos y bocas y lo partieron en dos para crear el mar y la tierra, y ser convertido en el Tlaltipac Dama de la Tierra.
Huitzilopochtli convirtió el pelo del monstruo en bosques, junglas y praderas Xipe Totec la lleno con criaturas de tierra, mar y aire. Crearon al hombre Huehuecoyotl y a su mujer y a los dos los llamaron Macehualtin, les ordenaron tener hijos que les rindieran honores como dioses. Estos hombres eran gigantes.
A medida que el mundo era más complejo, otras entidades aparecieron para ayudar a cuidar la nueva creación, Camaxtli dios de las bestias y la caza. Tlaloc, El que Hace Crecer dios de la lluvia y el agua; Opochtli encargado del mar y sus criaturas. Todo y todos tenían un cuidador que se hacía cargo de ellos: caminos, artes,creaturas, lugares. Pero los cuatro puntos cardinales eran gobernados por los cuatro gemelos: Xipetotec gobernaba el Este; Quetzalcoatl el Oeste, Huitzilopochtli el Sur y Tezcatlipoca el Norte.
Ometecuhtli y Omecihuatl estaban complacidos con la creación y empezaron a enviar gotas de luz para ser el alma de los niños y aún más, enviaban sus gotas de luz a las mujeres en cinta. Mictlantecuhtli, dios del inframundo y la muerte, se dio cuenta que el sol del Tlaltipac era muy débil, apenas una pequeña estrella, y dijo que un sol más grande y fuerte era necesario.
Quetzalcoatl tomó la hoguera y la convirtió en un inservible medio sol. Enojado Tezcatlipoca absorbe ese medio sol y él mismo se convierte en un sol completo, muy cálido e inclemente, que impedía la vida en el Tlaltipac. La maldad del sol Tezcatlipoca duró hasta que indignado Quetzalcoatl lo derriba de un bastonazo, enviándolo al fondo de un lago. Esto sucede un día Nahui-Ocelotl. Pero, Tezcatlipoca es del dios de los sueños y la magia, y tiene la habilidad de convertirse en tigre (ocelotl), su forma alterna o Nagual. Tezcatlipoca emerge del lago convertido en un jaguar y seguido de todo un ejército de estos, devorando a los gigantes.
Este sol fue llamado Tlaltipactonatiuh, el Sol de la Tierra. Desapareció en el año Ce-Acatl Uno Caña;Duró 676 años.
Quetzalcoatl se ofrece a ser sol. Fue un sol más benévolo con la vida. Las cosechas eran abundantes. Pero un día Nahui-Ehecatl, Tezcatlipoca sube a los cielos en forma de jaguar y de un zarpazo derriba a su hermano.En su caída Quetzalcoatl provoca tremendos vendavales y huracanes (pues era el dios del viento) que desgarra los cerros y destruye todo a su paso. Los dioses horrorizados, convierten en monos a los hombres para que puedan salvarse aferrandose a los árboles. Sólo sobrevive una pareja.Este sol fue llamado Ehecatonatiuh, el Sol del Viento Desapareció en el año Ce-Tecpatl, Uno Pedernal Duró 376 años. Ahora fue el turno de Tlaloc, dios de la lluvia de hacerse sol. Pero los descendientes de los sobrevivientes se corrompieron, desatendiendo los preceptos morales que los dioses habían impuesto, y dedicándose a los placeres malsanos, al robo y al homicidio. Pronto la tierra fue un paramo yermo. Harto de tanta podredumbre Quetzalcoatl ordena a Xiuhtecuhtli dios del fuego, que destruya a la humanidad.
Xiuhtecuhtli emerge de un gigantesco volcán en un día Nahui-Quiahuitl, comenzando a llover fuego del cielo. Los hombres piden a los dioses ser convertidos en aves para poder escapar. Los dioses los convierten, por consejo de Xiuhtecuhtli, a algunos en pájaros y a otros en guajolotes. Sólo una pareja sobrevivió el holocausto, refugiada en una cueva en lo alto de una montaña, llevando con ellos una mata de maiz y el fuego sagrado. Este sol fue llamado Xiuhtonatiuh, el Sol del Fuego; Desapareció en el año Ce-Tecpatl, Uno pedernal. Duró 312 años
Por orden de Huitzilopochtli, Chalchiuhtlicue, la de las Faldas Esmeralda se convierte en sol. Los hombres pueblan nuevamente la tierra bajo la tutela de Tata y Nene, los sobrevivientes de Xiuhtonatiuh. Estos hombres siguen la conducta dictada por los dioses. Pero los dioses estaban desilusionados por los hombres. Tres veces los habían creado y aún no eran perfectos. Algunos eran muy altos y torpes, otros muy pequeños y débiles. Por su parte, Tezcatlipoca no estaba complacido con toda la bonanza que se vivía en el Tlaltipac, así que habla con Chalchiuhtlicue, diosa del agua, y la convence de destruir por cuarta ocasión a la humanidad.
Chalchiuhtlicue, la diosa del agua, aparece en la cima del cerro llamado Atepetl en un día Nahui-Atl, y al momento de encajar su cayado en la tierra empieza a llover a cántaros. Por todo un ciclo llovió en el Tlaltipac. Conmovidos por la desgracia humana, los dioses convirtieron a los hombres en peces. La raza humana desaparecio del Tlaltipac.
Este sol fue llamado Atltonatiuh, el Sol de Agua Desapareció en el año Ce-Calli. Uno-Casa; Duró 676 años.
Llovió tanto, que al final los cielos perdieron su equilibrio y se desplomaron sobre el Tlaltipac.Avergonzados por su conducta, los dioses deciden reparar su error y en un año Ce-Tochtli se reúnen en Teotihuacan para decidir lo que han de hacer. Entonces, los cuatro hermanos crearon a cuatro hombres Atemoc, Itzacoatl, Itzmaliza y Tenoch. Luego entraron en la tierra y emergieron en los cuatro puntos cardinales, cada uno convertido en un árbol diferente.
Juntos dioses, árboles y hombres, levantaron los cielos y los colocaron en la forma en que ahora los conocemos. Pusieron las estrellas en su lugar y escalonaron el Mictlan en los nueve vados correspondientes. Al final, los cuatro hombres se convirtieron en aves preciosas. Todo quedó ordenado. Pero no había hombres sobre la tierra. A falta de materia prima con que crear al hombre, decidieron ir al Mictlan para recoger huesos de los antiguos gigantes y con eso crear al hombre. Pero ninguno quería bajar.
Tezcatlipoca no quiso molestarse en ello. Huitzilopochtli consideraba la tarea indigna de un guerrero. Xipetotec consideraba que la materia en descomposición no era buena materia prima.
Fue
Quetzalcoatl quién sorteó los nueve vados del inframundo hasta llegar a la presencia de Mictlantecuhtli. Quetzalcoatl lo convence de darle uno de los huesos que había pertenecido a un gigante. Condolido del gemelo precioso,
Mictlantecuhtli accede a cambio de que Quetzalcoatl haga sonar su caracol y dé cuatro vueltas alrededor de su círculo precioso. Pero Quetzalcoatl se da cuenta que el caracol no tiene agujeros por donde entrar para darle las vueltas. Así que Quetzalcoatl llama a los gusanos para que lo agujeren y a las abejas para que lo hagan sonar. Mictlantecuhtli entrega a Quetzalcoatl los huesos solicitados.
Cuando Quetzalcoatl está a medio camino de regreso con los huesos de los hombres y las mujeres, Mictlantecuhtli se arrepiente y lo persigue, mostrándole sus terribles fauces. Quetzalcoatl tropieza y cae. Al caer los huesos se desperdigan y unas codornices que estaban por ahí los picotean y los roen. El dios del Viento recoge lo que resta de los huesos y sale huyendo. Ya de regreso, Qualaztli, la doncella, molió los restos de los huesos y los puso en una vasija nuy elegante. Quetzalcoatl sangró su cuerpo sobre los huesos y modeló la figura humana, y Xipetotec le infundió la vida. Creando al hombre tal y como lo conocemos.
Ahora los dioses decidieron crear un
sol. Pero, esta vez, escogerían a alguien, un hombre, para ser el sol, y que de esta manera el sol no fuera muy poderoso. Los dioses escogieron a
Tecuciztecatl, un poderoso y altivo guerrero, aunque otro llamado
Nanahuatzin, pequeño e insignificante, se ofrecio para ello. Los dioses decidieron que Nanahuatzin sería la
luna.
Los dioses construyeron dos grandes adoratorios. El más grande y suntuoso para Tecuciztecatl y el más pequeño y sencillo para Nanahuatzin. Por trece días hicieron penitencia y ayunaron y ofrecieron ofrendas para purificar sus cuerpos y prepararlos para la gran tarea que les esperaba. Mientras tanto, los dioses prepararon una gran ceremonia.
Al término del plazo, los cuatro dioses creadores hicieron una gran hoguera en la Calzada de los Muertos, cuyas llamas alcanzaban el cielo. Huitzilopochtli ordenó a Tecuciztecatl que entrara en la hoguera para que el nuevo sol naciera. Cuatro fueron los intentos de Tecuciztecatl por arrojarse a las llamas y cuatro veces retrocedió presa del pánico. Entonces, Huitzilopochtli ordenó a Nanahuatzin que saltara a las llamas. Al ver Nanahautzin la falta de confianza y valor de Tecuciztecatl, echó a correr y saltó a las llamas. Tecuciztecatl, al darse cuenta que Nanahuatzin había usurpado su lugar y su deber, avergonzado saltó a las llamas, pero ya era demasiado tarde. Acto seguido los dioses arrojaron al fuego un águila y un ocelote, en ese orden.
Por trece días esperaron los dioses que el sol naciera. Al amanecer del día catorce, hacia el Este, un águila salió de la hoguera llevando una enorme esfera reluciente en su pico. Los dioses estaban contentos, porque ahora, los hombres que ellos habían creado eran perfectos. Ni muy grandes ni muy pequeños; ni muy fuertes ni muy débiles. Y el Sol Tonatiuh, Aguila que emprende el Vuelo; podía iluminar todo el Tlaltipac y era benefico su calor.
No alcanzaban los dioses a reponerse de su asombro cuando de la hoguera surgió un ocelote llevando entre sus garras otra esfera igual de reluciente que la primera. Quetzalcoatl pensó que no era conveniente que hubiera dos soles y más cuando Tecuciztecatl había demostrado tal cobardia. Encolerizado, tomó lo primero que encontró a la mano, un conejo, y lo lanzó con todas sus fuerzas contra la segunda esfera luminosa, oscureciendo así su resplandor y marcando para siempre la cara de la luna.
Pero el sol y la luna permanecían inmóviles en el firmamento. Quetzalcoatl, ordenó a Ehecatl, dios del viento, darles movimiento, separándolos para que nunca coincidiera el uno con el otro. Pero no fue suficiente para que el sol mantuviera su curso eterno. Tonatiuh exigió que lo alimentaran con chalchiuitl(sangre). Entonces, los dioses deciden ofrecer ellos su sangre.
Fue Ehecatl, dios del viento, el encargado de sacrificar a los dioses. Uno a uno cayeron inertes ante su cuchillo de obsidiana. Pero Xolotl, dios del movimiento, se negó a morir. Logra ocultarse entre los maizales, pero es descubierto. Entonces, se esconde en el agaval y nuevamente es descubierto. Se mete en el agua transformandose en un pez monstruoso axolotl, pero Ehecatl lo atrapa y le da muerte.
Cuando todos los dioses hubieron muerto, Tonatiuh empezó su interminable camino por el firmamento. Advirtiendo a los pobladores del Tlaltipac que necesitaba sangre para tener fuerza suficiente para cruzar los cielos y cumplir con la tarea divina de darle vida al Tlaltipac.
Este fue el comienzo del Quinto Sol, el actual. Llamado Ollintonatiuh (Sol del Movimiento) El nombre de este Sol es naollin (4 movimiento).
Este ya es de nosotros, de los que hoy vivimos. Esta es su señal, la que aquí está, porque cayó en el fuego el Sol en el horno divino de Teotihuacan. Fué el mismo Sol de Topiltzin (nuestro hijo) de Tollan, de Quetzalcoatl. Antes de ser este Sol, fué su nombre Nanahuatzin, que era de Tamoanchan. Aguila, tigre, gavilán, lobo; chicuacen ecatl (6 viento), chicuacen xochitl (6 flor); ambos a dos son nombres del Sol. Lo que aquí está se nombra teotexcalli (horno divino), que cuatro años estuvo ardiendo. Tonacateuctli (el Señor de nuestra carne) y Xiuhteuctli (el Señor del año) llamaron a Nanahuatzin y le dijeron:
"Ahora tú guardarás el cielo y la tierra."
Se dice que si los pobladores del Tlaltipac no muestran ser merecedores de este mundo, en un día Nahui-Ollin, el quinto sol será destruido para dar paso al sexto sol. La destrucción de esta era será a través del movimiento y hambre ya que Xolotl, dios del movimiento es el encargado de esta era.